
¿Cuántas veces te han dicho "Lee este libro, es buenísimo"? Y tú vas a la biblioteca o a la librería y lo tomas prestado, o lo compras, y te sientes como si llevaras un tesoro.
Empiezas a leerlo con toda la ilusión e impaciencia del mundo y te das cuenta de que el principio no te engancha, pero piensas que tienes que llegar, por lo menos, hasta la página 100, para hacerte una idea más aproximada de la historia.
Cuando te ves en la página 150 y sigues sin entender los motivos por los que te han recomendado tan encarecidamente, empiezas a preguntarte el por qué de la recomendación pero, por supuesto, sigues leyendo ¡Quién sabe! Tal vez un poquito más adelante, será irresistible.
Cuando miras el pie de página y te das cuenta que estás en la 300, ya tienes muy claro que el libro no te gusta o cuando menos no te interesa ni la mitad de lo que esperabas pero, claro, llegados a este punto, lo acabas.
Esto me ha pasado este mes con el libro que os voy a "recomendar", aunque os parezca raro y pueda quedar como una ignorante ¡Y es que es el mismísimo premio Pulitzer 2015! Y claro, con el curriculum del autor, las críticas que ha recibido y las ventas que ha tenido, sólo me queda pensar que todavía me falta mucha formación lectora para disfrutar de un libro como éste ¡aunque os prometo que no voy a cejar en el intento! Y el caso es que la historia es sencilla y está bien contada, los personajes están muy bien construidos... pero, no sé, hay algo que no me termina de convencer... ¡Ya me diréis vosotros! ¡Iluminadme, por favor, porque, desde luego, yo no he llegado a ver la luz!
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